Yo sí le creo al Vasco Aguirre

En un hecho bochornoso para al futbol nacional –¿uno más?- la última última esperanza para que nuestra sufrida selección calificara para el mundial, es decir su enésimo director técnico, el Vasco Javier Aguirre, no solo entregó un hórrido empate con el “poderosísimo” equipo de Panamá, sino que dentro de su desesperación le aplicó un increíble patín al morenazo Philips cuando éste discutía un balón por la banda cercana a la banca del técnico. Hagan ustedes de cuenta que era un enfrentamiento entre el borrego Torrado y un último hombre a las puertas del área. La patada no solo detuvo al jugador, sino que lo dobló en dos y le sacó el aire. Como dicen los clásicos, el pie fue a la bola, pero la del tobillo, antes de aplastar el abdomen e interesar tejido blando y vísceras. Todo el equipo panameño se avalanzó sobres del sorprendido técnico, quien fue defendido por sus asistentes. El Árbitro no dudó en sacar la tarjeta roja y al Vasco ya mero le sacan el mole.

Afortunadamente el partido terminó poco después, pero las imágenes, tomadas por cámara Phantom y reproducidas en 3D con las avanzadas tecnologías del duopolio televisivo solo podían concluir en una cosa: la artera entrada no solo era de roja, sino de cárcel.

Durante días se discutió el asunto. Altos jerarcas de la FIFA se reunieron para determinar una sanción ejemplar, que a la postre resultó en tres partidos de suspensión, y 25,000 dólares de multa. A muchos les pareció un castigo blando, y a algunos justo; pero el Vasco siempre insistió en su inocencia.

Javier Aguirre contó que desesperado por el complicado resultado del partido vio que la pelota saldría por la banda y apurado por ganarle segundos al cronómetro quiso atajarla con el pié (¡Chin!), con la mala fortuna de no haber visto al negro de dos metros que estaba justo atrás (¡Zaz!).

Yo sí le creo al Vasco Aguirre.

De alguna forma yo siempre he sido defensor de las causas desesperadas, y esto me viene de familia. Cuando mi finado padre terminó sus estudios de derecho tuvo que realizar algún tipo de prácticas en los ministerios públicos. Él me contó que uno de sus primeros casos fue la defensa de un fascineroso, casi indigente, acusado de robo. El acta ministerial no podía ser más contundente: el caco había sido sorprendido al salir de una vivienda cargado con tremendo costalón conteniendo bienes robados de la misma.

Después de hablar con su defendido, mi papá conoció la otra versión: el sujeto le refirió que después de haberse tomado unos alipuses en cantina cercana, se dirigía a su casa cuando el cansancio de la jornada y obnubilación etílica lo obligaron a tomar un breve descanso y se aproximó a la banqueta para fumar un cigarrillo. Al recargarse para buscar apoyo, no se dio cuenta que no se había puesto en una barda, sino justo en una puerta la cual, para su infortunio, se encontraba sólo emparejada. Su peso y el alcohol ocasionaron que la puerta se abriera de golpe, precipitando su caída (¡Chin!).

Al interior del cuarto todo estaba obscuro, y nuestro defendido todavía confuso por la sorpresa no dio pie con bola (Apúntele Vasco). El dice que asustado y desesperado por salir de allí, intentó agarrarse de lo que fuera con tan mala fortuna que jaló primero unas cobijas de la cercana cama, y luego diferentes artículos que de roperos y estantes comenzaron a caer. El estruendo causado solo aumentó su susto y confusión y exacerbó sus intentos desesperados para salir de ahí, manoteando por doquier, y tirando en consecuencia más y más cosas y enredándose más en las cobijas.

Como pudo alcanzó a distinguir la luz de la entrada, y enredado en un sinfín de sarapes y cacharros alcanzó la puerta, solo para encontrarse con los gendarmes que ya lo esperaban (¡Zaz!). Al ser prendido, el shock causado por tan sorpresiva experiencia le dificultó el habla, por lo que aquellas frases de “Suéltenme, hijos de la ch…” no fueron correctamente escuchadas, ya que lo que él quiso decir fue “Gracias por salvarme, hijos míos”.

Mi papá no me refirió el resultado del juicio pero ¿saben? Yo le creo al señor este, tanto como le creo al Vasco Aguirre. ¿Saben por qué? Porque a mí me pasó lo mismo.

Cursaba yo el difícil año de preprimaria en el bucólico colegio donde estudié casi 10 años, en un bonito salón al mando de mi respetada Miss Janet. Mesas y sillitas de madera pintadas con esmalte azul (Antes que se determinara que expelía partículas de plomo) y un organito que funcionaba con fuelles de pedales, para las rondas infantiles, enmarcaban el recinto. Al fondo del salón había una larga banca pegada a la pared. A mí me gustaba sentarme allí porque la banca era alta y podía balancear los pies hacia adelante y atrás, como si estuviera en un columpio. En eso estaba un buen día, columpiando con fuerza mis pies, cuando uno de los zapatos heredados de mis hermanos mayores y todavía muy grandes para mí salió disparado (¡Chin!) en perfecta trayectoria parabólica para pegar justo en la cara de la maestra (¡Zaz!). Nadie, excepto yo, supo cómo salió el zapato disparado. Mi admirada Miss Janet salió corriendo echa un mar de lágrimas, y yo quedé aturdido del shock.

La versión oficial –evidentemente- fue que un niño de preprimaria le aventó un zapatazo en la cara a su propia maestra. Creo que en su momento causó más revuelo que el zapatazo a Bush que le dio aquel reportero iraquí.

¿Se imaginan ustedes?, ¿Qué hubiera pasado si este reportero hubiera argüido que estaba columpiando plácidamente sus pies en la banca del fondo de la sala de prensa aburrido por las babosadas del presidente americano, y que como eran zapatos heredados de su hermano mayor, muerto en la guerra le quedaban grandes y que.. ¡chín! Salió despedido y ¡Zaz! Para su mala fortuna fue a aterrizar en la cara del mandatario?

Obvio... nadie le creyó. Fue refundido en la prisión de Abú Grahib y sentenciado a tres años por zapatazo doloso.

Bueno, pues 40 años antes, a mí tampoco nadie me creyó. Creo haber sido el primer caso documentado en el país de un alumno de preprimaria llevado a la oficina del director general de la escuela acusado de agredir violenta y dolosamente a su propia maestra. (Dicen que el corrido de Pancho López, chiquito pero matón, fue inspirando en esta gesta) Mi santa madre debió estar hecha otro mar de lágrimas; y a pesar que referí mi versión –la verdadera versión- primero con tranquilidad, luego con inquietud y luego con desesperación, nadie me creyó. Me cambiaron de escuela; me llevaron a consultas y diagnósticos de educación especial; y me hicieron tantos estudios malintencionados que nadie detectó mi evidente dislexia y ahora tengo una letra horrible.

Miss Janet... si está leyendo esto ahora, por favor créame; fue un accidente. Yo la respetaba mucho y hasta estaba secretamente enamorado de usted, ¿Cómo podría querer haberle hecho daño?

Nadie me creyó. Por eso yo le creo ahora al caco del costal, y le creo también al Vasco Aguirre.

(Dedicado a Carlos Alexnder AKA El Santo)

Comentarios

Carlos Ortega ha dicho que…
Antes que nada muchas gracias por la dedicatoria...me parece increíble que gran parte de los "expertos" hoy se asusten y hasta se digan ofendidos por lo que paso con el Vasco. Nada justifica la violencia...ni la calentura de un partido, ni la desesperacion de no ver que las cosas marchen conforme a lo planeado, ni las marrullerias de los panameños (que estaban amontonados atras muertos de miedo). Aguirre dice que el intento ir por el balon (y se encontro con las nueces del negrito), yo SI le doy el beneficio de la duda, solo el sabe lo que intentó hacer y como hombrecito deberá enfrentar las consecuencias de sus acciones (alevosas o accidentales). Las voces que piden su cabeza, curiosamente son las mismas que pedian la de Sven...tampoco me doy golpes de pecho o exijo que renuncie (o lo corran) porque vivo en el medio y se que estas cosas (y peores) pasan en TODO EL MUNDO del futbol...la diferencia son las camaras de TV...¡¡¡y a la proxima que se los pateé a Landon Donovan pero de lleno y no por accidente!!! Saludos y nuevamente gracias
Anónimo ha dicho que…
Antes de leer tu post, mi querido Abel, todavía no me reponía de la risa de volver a ver al reportero de Tv Azteca cuando tragó agua de tamarindo en Tlane. Tu anecdota del zapatazo, me recordó la mía de cuando era un chamaco baboso de 6 años y a mis padres se les ocurrió que para poder descansar de las botas ortopédicas (porque nací con pie plano, como pato)me compraron unas zandalias (suecos, supe despues)de esas del Dr Sholls, el caso es que esas sandalias eran de meter la pata asi nomas, lo malo es que eran de "madera" y casi, de la misma manera que tu, al estar jugando con un vecinito a la pelota, le quice dar a la esférica y (me creerás como al vasco?) que teniendolo a dos metos al amiguito, fallé el chute y moles que sale mi sandalia disparada en plena frente de Óscar, y que cae como si lo hubiera fulminado un rayo, al verlo, el chamaco, cual luchador de la Triple A, tenía el rostro lleno de sangre, nada más que esta sí era de verdad. Resultado: una madre enardecida por el criminal chamaco que era yo porque llevó a su hijo al hospital para que le suturaran la frente ya que lo "abrí" como alcancía.

Creeme mi querido Abel de que no lo hice adrede, y me sumo al defendido de Don Abel, a ti y al Vasco. Un abrazo Abel: Jesús Angulo G.

Entradas populares de este blog

El gato tecladista; Charlie el de la nariz bailarina y el Canaca.

República del Salvador

La señora Boiler