Las luciérnagas espaciales, la heroica Guaymas y la guerra fría.
20 de febrero de 1962. La minúscula nave estadounidense clase Mercury llamada "Friendship 7" con su tripulante el coronel John Glenn vuela a 28,000 kilómetros por hora en su tercer y última órbita en torno a la tierra.
La carrera espacial en el marco de la guerra fría está en su punto crítico y del éxito de esta misión depende que los Estados Unidos alcancen a Rusia después de las vergonzosas -para los gringos- derrotas infligidas por el primer satélite Sputnik y el primer cosmonauta Yuri Gagarin. No es exagerado pensar que en este vuelo -ya varias veces aplazado- se juega el futuro del mundo libre. El mundo está expectante.
La misión de 4 horas de duración y tres vueltas a la tierra está por concluir y el astronauta John Glenn se prepara para encender los cohetes de su cápsula que la harán caer de nuevo a una velocidad tan grande que el metal se pone al rojo vivo. Solo un ángulo preciso y la protección de una cubierta o escudo térmico librarán a la frágil cápsula de una espectacular incineración a su reingreso a la atmósfera.
Los técnicos del control de misión están preocupados. En sus consolas está encendida una luz que indica que el escudo térmico puede estar suelto. Si el escudo falla, la nave y su astronauta se vaporizarán en segundos. Los técnicos no saben que decir.Está amaneciendo en Guaymas, Sonora. Un grupo de niños grita corriendo desde el empalme ferroviario:
- El globo!.. El globo!
De la estación rastreadora de la NASA enclavada en ese lugar se eleva como todas las mañanas un enorme globo aerostático plateado que medirá el clima en las alturas. Al mismo tiempo las grandes antenas retransmiten al control de misión la voz de un emocionado astronauta cuando su nave pasa justo encima en la costa del pacífico:
-"Estoy en una gran masa de unas partículas muy pequeñas, están brillantemente iluminadas como si fueran luminiscentes. Nunca vi nada igual. Se redondean un poco: vienen por la cápsula y parecen pequeñas estrellas . Viene una lluvia completa de ellos. Se arremolinan alrededor de la cápsula y van frente a la ventana y están todos brillantemente iluminados ".
Los técnicos de la NASA se vuelven a mirar entre ellos. ¿Cómo decirle al astronauta que sus pequeñas estrellas, sus hermosas luciérnagas pueden ser pedazos de su nave? Deciden no decirle mucho, y al final le mencionan, como de pasada, que su escudo puede estar flojo. Es la estación rastreadora de Guaymas la encargada de retransmitir las indicaciones finales.
-Entiendo.
La comunicación se corta. Durante 200 electrizantes segundos el mundo no sabe nada del destino de la Friendship 7. Mientras, la endeble capsulita entra a la atmósfera al rojo vivo, su sofocado tripulante intenta mantenerla en curso y se cocina dentro. Está literalmente al centro de una bola de fuego y puede ver pedazos de su nave quemándose por la ventana.
El paracaídas se abre finalmente y la cápsula ameriza humeando por fuera y por dentro. El intrépido coronel Glenn tiene que detonar los pernos explosivos de la escotilla para poder salir de ese tambo a presión. Horneado, pero vivo.
-¡Estaba caliente ahí dentro!
El venturoso viaje y su intrépido tripulante emocionan todos. El gobierno americano aprovechará la propaganda y mandará de gira a nave y astronauta por más de 20 ciudades alrededor del planeta -incluyendo México- y nombrará al evento la "cuarta órbita del Friendship 7". Millones de personas venerarán en pocos meses la pequeña y chamuscada nave.
Estados Unidos no ha ganado la carrera espacial, pero a nivel popularidad ya ganó. Países de todo el orbe felicitan al pueblo norteamericano y a su presidente Kennedy, y el mandatario mexicano López Mateos observa además en su telegrama, con "POSITIVA COMPLACENCIA QUE COMA DE ACUERDO CON LAS NOTICIAS PRELIMINARES PROCEDENTES DE LA ESTACION RASTREADORA DE GUYMAS COMA ESTA DEMOSTRO SU UTILIDAD ESTABLECIENDO COMUNICACION CON EL COSMONAUTA NORTEAMERICANO JOHN GLENN EN SU VIAJE ESPACIAL A BORDO DEL COMILLAS AMISTA 7 COMILLAS PUNTO"
Y es que la estación rastreadora de Guaymas en Empalme Sonora, es ya todo un complejo de 14 hectáreas con helipuerto y pista de aterrizaje donde trabajan 100 técnicos norteamericanos además de 40 empleados mexicanos; y que está protegida por policía militar del otro país. Dentro, parece otro país. Los pocos visitantes advierten jardines y caminos especiales; hermosos edificios, elevadísimas antenas e inmensos radares.
Los 100 técnicos, la policía militar, las elevadísimas antenas y los inmensos radares tienen incómodos a muchos detrás de la cortina de hierro, a varios embajadores y a parte de la oposición local. El presidente ha tenido que insistir hasta en su informe de gobierno, que la estación de Guaymas y la colaboración con los norteamericanos es científica y humanitaria, "sin otras finalidades". A saber.El caso es que el éxito del vuelo de la nave "Amistad 7" le cae a López Mateos como agüita de mayo. Podrá recibir a John y Jackie Kennedy los próximos días, en una gira que parece más de estrellas de cine, que visita de estado. Mientras tanto la colaboración binacional y por lo tanto la estación de rastreo en Guaymas perviven, y continuarán integrando proyectos como Géminis y Apolo hasta llegar a la luna. Y todo por debajo del agua, sin necesidad de refrendar acuerdo bilateral alguno. Esa zona llegaría a parecerse a un rincón más de la unión americana, donde el dólar sería moneda corriente, y los coches, las calles y los comercios te trasladarían mágicamente a otro país.
El 30 de noviembre de 1970, tan inopinadamente como se estableció, 20 trenes partirían con todo el equipo, los técnicos, las antenas y los radares a la frontera, dejando de la Estación Rastreadora de la NASA en Guaymas Sonora, el cascarón vacío, y el recuerdo de la participación de la Perla del Mar de Cortés en la carrera espacial, y en la guerra fría.
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Audio original
Las antenas
El telegrama
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